Cuando me hables de vuelos oscuros,
o hayas dejado una alondra en mis pies,
a cierta distancia del fuego, me dirás
riendo; “Los pájaros ya no existen”.
Yo haré un sitio en la orilla
del signo, una casita frente al mar,
te daré una lengua silvestre
para que todos los pájaros
circulen en ti con libertad.
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