En el conjuro de la tinta
cayeron los bisontes
que amaban la hierba
y el sol caliente en la espalda.
Aparecieron la casa y el fuego,
aprendimos a volver, a esperar
enrollados frente a la puerta
fieles y míticos como perros.
martes, 8 de junio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario