martes, 23 de junio de 2009

Los vinilos de Jorge Negrete


Te conté alguna vez de las canciones 

de jorge negrete, 

de como llovía amargamente en los vinilos

de tío roberto. 

Creo que sí, muchas veces. 

La aguja caía, 

y del roce

salía una música 

de hombres de bigotes 

morenos, 

voces de aguardiente

que se alargan 

y tiemblan. 

Hombres que aman 

y beben y pasan 

el tiempo en las cantinas

cantando que están solos

y son hombres. 


Siempre las mismas historias, 

como si nada más me hubiera pasado 

y me quedara volver 

a decirlas, 

por decir algo,

por no callarme...

los vinilos de tío roberto, 

jorge negrete, 

la aguja rascando el disco

y nosotros, 

un nene y su tío

sentados al borde 

de la cama.


Tengo estos recuerdos. 

Los que me deja  

el olvido quien sabe por qué. 

Y que me queda sino acudir, 

estar en ellos, 

tratar de alguna manera de juntarlos

y de hacer de todos 

mi imagen por más vaga que sea. 

Por eso te cuento un millón de 

veces 

sobre los discos de jorge negrete  

en la pieza de tío roberto. 

el nene sentado junto 

al tío frente 

a la radio.


Simplemente sale de mi boca, 

cómo un impulso o un síndrome

que todavía no tiene nombre,

la historia del tío y el vinilo de negrete.

Comienzo:

concepción, 

las siestas, 

mi abuelo matando hormigas en 

la vereda, 

los bodoques que cocinamos bajo 

el sol para cazar pajaritos, 

las guitarras marcando el vals,

las primeras trompetas.

Te llevo por milésima vez

a una esquina del cuarto, 

donde nos ves a mí 

y a tío roberto 

escuchando los vinilos.


No soy la suma de estos recuerdos, 

soy cada uno de ellos separadamente, 

soy el que te voy contando en el momento,

en el auto, en la cama, en el patio de atrás, 

no tengo nada más que decirte de mí 

que el nené que escucha música 

con su tío en un pequeño cuarto 

en concepción, 

y hace cuanto ya de eso. 

Espero no aburrirte demasiado, 

puedo contarte lo mismo, 

nada más...

La aguja caía, 

y del roce

salía una música 

de hombres con bigotes, 

voces de aguardiente

que se alargan 

y tiemblan. 

Hombres que aman 

y beben y pasan 

el tiempo en las cantinas

cantando que son solos

y son hombres. 

1 comentario:

  1. Querido Kent: no mil quinientas, pero sí, muchas, muchas veces. Me ha gustado sobre todo el final: Hombres cantando que son hombres. Que son. Que son hombres. Me he quedado pensando en esto: lo que es canta que es. lo que no es canta lo que es. Quienes no son cantan que no son. Quienes no son no cantan.
    quisiera volver a leer tu poema pastoril... lo tenía anotado en la agenda de la muerta.. ya sabes, la robaron mientras esperaba un bus en Granada... ¿alguien habrá leído ese poema desde entonces? ¿cómo era? no puedo recordar... han pasado casi 3 años... "volver/ volver..." ¿por qué no quieres mostrarlo?
    y y
    je
    el poema que le dedicaste a tu abuelo. me lo recitaste 1 hora antes de irte a la terminal. bebíamos el whisky de mi casa. recordábamos viejos tiempos. un tiempo en que el internet no tenía nada que ver.
    un abrazo
    n.

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