martes, 14 de julio de 2009

Maternidad


En un pindó y en otro

ató el guerrero indio

la medialuna de su hamaca,

dejó en la tierra el arco

y meciéndose hizo la noche.


Donde las aguas del sueño

se pliegan y repliegan sobre la arena

de los siglos,

donde se unen y desunen

el pájaro y el canto,

tomó asiento el silencio

que dio a luz al árbol,

al relámpago y al hombre.


Tus brazos, la medialuna de tus brazos,

mece tibiamente al indio

que en el arco dejó la sangre,

en la tierra los arroyos

y en el pájaro el canto

tan lejano de luz.


Se duerme en tu abrazo de medialuna,

se mece tibiamente hasta quedar confundidos

el tiempo en el agua,

el canto en el pájaro,

la sangre en la tierra.



Disueltos en el viento

vuelven los siglos a tus brazos de medialuna,

donde se unen y desunen

el pájaro y el canto,

donde tomando asiento 

el silencio dio a luz al árbol,

al relámpago y al hombre.



No hay comentarios:

Publicar un comentario