Me dijo: "En casa de pobre no falta el cocido
la caña y el coquito"
Negro nomás la patrona y sus ojos se tornaban
cocido aguachado, cocido doloroso, amargo
de la mañana que nadie luego compró la leche.
Cocido yrei de la noche de enero, negro solo
por decir, por callar que en verdad ese color
grisáceo tienen todas las cosas.
Me decía y un mitai trepaba sus hombros,
naufragaba en su cabellera de morena mítica.
"Leche va a faltar, pero caña no", los ojos rojos,
el hombre fatigado que no alcanza nunca la casa,
que siempre llega con el dinero ahogado.
Porque en el asfalto llega a 50 a 60 grados
y en la casa hay miseria, y solamente una
para refrescar, para mojar la lengua.
Me decía y su risa negra, horrible,
atravesaba la pieza disfrazada de karau,
de alguna burla de algún dios disfrazado
de mendigo.
jueves, 20 de enero de 2011
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