todo el pequeño mundo es el camino
que une el mercado de villarrica
con los ojos de la nenita almidonada,
que abuela almidonó y peinó
en la tarde que une
la sed y el pozo,
la casa y el balde,
las gallinas y el cielo.
pero más bien es el tiempo que tarda
abuelo en bajar del mercado hasta la nena,
o el tiempo que en sus ojos redimen
las fábulas de un viejo camino,
tiempo que nada tiene de tiempo
más que esa manera sin medida
de esperar que algo ocurra,
que llueva, que haya el maíz
este año como el otro.
o seguramente algo más escondido en las manos
del abuelo, detrás de su espalda,
una manzana traída de lejos,
de donde crecen y nunca hemos
estado hasta después de grandes;
cuando ya nada pudo ser una sorpresa.
jueves, 20 de enero de 2011
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