Tomé de tí un puñado de incendios
En la noche alejandrina,
Y tú que me diste la espalda
Tu lomo de arena sin límite,
Y yo que en la sombra del pájaro
Crucé tus páramos dorsales.
Tomé de tí un racimo de temblores
En el sur de cada beso,
Y tu que me alzabas los hombros
Florecías hacia dentro,
Tomé de tí el amor, la carne
Al sur de cada verbo,
El agua de un cántaro inicial,
Tomé de tí cuanto estaba perdido.
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