Esa mirada me deja a mí en un futuro
donde vos estarías cortando el tallo
húmedo, palpitante, de la flor que traeríamos
de regreso al tiempo que ya se ha ido.
Yo estaría cuidando de una niña.
¡Papá! me dice pero no soy yo, en su
idioma son mis zapatos. Ella ama
los zapatos como si fueran barcos
que pudieran llevarnos de regreso
o naufragarnos en un mar de saliva.
Tenemos la flor como prueba de este viaje.
miércoles, 2 de febrero de 2011
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