las cosas terrestres se resumen
en vos, la niña y esta casa
no importa que día es hoy
o como nos llamamos
hasta donde sé vos sos tierra
la niña trigo y esta casa
es una lluvia
Y también somos la silla
que cae y la mesa puesta
para las visitas
Fuera de nosotros no hay nada
que pueda llamarse
piedra o luz
martes, 10 de agosto de 2010
II
¿No me ves
derramar el agua sucia
de tus días?
¿O cuando abro una ventana
en tus codos y me siento
a esperar contigo?
Aquí tengo la escoba
o el caballo delirante
que atraviesa la cocina
Para andar al galope
en tu hora lenta
Para verte
cuando juegas con tu pelo
Cuando haces
pequeños círculos
O vuelves
a cargar el agua
que he derramado
Estar en tu tiempo
sin andar ni ser
ni quedarse
Estando solamente
derramar el agua sucia
de tus días?
¿O cuando abro una ventana
en tus codos y me siento
a esperar contigo?
Aquí tengo la escoba
o el caballo delirante
que atraviesa la cocina
Para andar al galope
en tu hora lenta
Para verte
cuando juegas con tu pelo
Cuando haces
pequeños círculos
O vuelves
a cargar el agua
que he derramado
Estar en tu tiempo
sin andar ni ser
ni quedarse
Estando solamente
III
cebolla que tu lavas
sacándole tierra y cáscara
dejándole desnuda
olorosa de sexo
cebolla que tu arrojas
al dorado infierno de los goces
y salta con la piel rosada
crepitante excitada
cebolla que se une a ti
para llenar ese espacio
entre casa y nariz
sacándole tierra y cáscara
dejándole desnuda
olorosa de sexo
cebolla que tu arrojas
al dorado infierno de los goces
y salta con la piel rosada
crepitante excitada
cebolla que se une a ti
para llenar ese espacio
entre casa y nariz
IV
cuando llega la hora del vino
el corcho desprende un volcán
de sirenas, de voces vaporosas
que hunden el navío homérico
y ellas todavía rondan la casa
todavía el atareo humano
mueve las mareas domésticas
presiento que voy a hundirme
en el más intenso naufragio
hasta llenarme de peces
de corales y cortinas
y ellas nadan en busca de las cosas
que ascienden, el velador, la mesa,
el largo camisón de agua viva.
el corcho desprende un volcán
de sirenas, de voces vaporosas
que hunden el navío homérico
y ellas todavía rondan la casa
todavía el atareo humano
mueve las mareas domésticas
presiento que voy a hundirme
en el más intenso naufragio
hasta llenarme de peces
de corales y cortinas
y ellas nadan en busca de las cosas
que ascienden, el velador, la mesa,
el largo camisón de agua viva.
lunes, 9 de agosto de 2010
Poema sobre despertar
Sientes como todo se estira.
Tu cuerpo, el aire que crece
y se escapa de tu cuerpo.
Algo parece venir de algún
lugar. Parece encallar en la
arena tu nave amanecida.
Y trae consigo una voz secreta.
Un bostezo, el idioma nebuloso
de las cosas terrestres.
Y sientes crepitar el trigo
transitorio de tus huesos.
Algo despierta dormido.
Final de lluvia en las hojas
del sueño. Todo se levanta
sin ganas de levantarse.
Algo pasa en el mundo
que lamenta tu retraso.
Es hora ya y las sábanas.
Te abrazan, te enredan,
te involucran en su juego
de ángeles deletéreos.
Deja huellas de ti
en el desorden carnal
de las frazadas.
Olores. Lúbricos perfumes.
Para verte erguida
en el espejo, y lavarte
todos los rostros de la cara.
Tu cuerpo, el aire que crece
y se escapa de tu cuerpo.
Algo parece venir de algún
lugar. Parece encallar en la
arena tu nave amanecida.
Y trae consigo una voz secreta.
Un bostezo, el idioma nebuloso
de las cosas terrestres.
Y sientes crepitar el trigo
transitorio de tus huesos.
Algo despierta dormido.
Final de lluvia en las hojas
del sueño. Todo se levanta
sin ganas de levantarse.
Algo pasa en el mundo
que lamenta tu retraso.
Es hora ya y las sábanas.
Te abrazan, te enredan,
te involucran en su juego
de ángeles deletéreos.
Deja huellas de ti
en el desorden carnal
de las frazadas.
Olores. Lúbricos perfumes.
Para verte erguida
en el espejo, y lavarte
todos los rostros de la cara.
jueves, 5 de agosto de 2010
Concierto de Berta Rojas
tus manos visten a los dioses
hay uno fugaz que tarda horas en pintarse
la cara, en emplumarse y apenas lo vemos
cuando atraviesa corriendo la escena
hay otro que aletea de flor en flor
y se emborracha con la caña sagrada
de la lluvia y el trueno
el otro es el hombre en la tierra
madera, pulsión de cuerda y sangre
junto al fuego y sus espíritus
tus manos aman las manos de un hombre
se sientan a beber por él
a llorar juntas el madrigal terrestre
que dejó en su irse siempre
lo siguen selva adentro
donde aún vive el discípulo
en su casita salvadoreña
y dan vuelta sobre sí mismas
para mirarse el artesano que obra
cuerdas con la luz nocturna
hay uno fugaz que tarda horas en pintarse
la cara, en emplumarse y apenas lo vemos
cuando atraviesa corriendo la escena
hay otro que aletea de flor en flor
y se emborracha con la caña sagrada
de la lluvia y el trueno
el otro es el hombre en la tierra
madera, pulsión de cuerda y sangre
junto al fuego y sus espíritus
tus manos aman las manos de un hombre
se sientan a beber por él
a llorar juntas el madrigal terrestre
que dejó en su irse siempre
lo siguen selva adentro
donde aún vive el discípulo
en su casita salvadoreña
y dan vuelta sobre sí mismas
para mirarse el artesano que obra
cuerdas con la luz nocturna
martes, 3 de agosto de 2010
Tu olor Yolí
quién no quiere yolí
que se quede tu olor
entre nosotros
un presentimiento
sutil incendio
de lavanda
quién no quiere
tus manos extendiendo
el pantalón gastado
de la vida
quién olvida
tu voz de sanfrancisco
anunciando la tarde
tu sombra y su colonia
de silencio siguiéndote
en la casa
quien puede olvidar
la hamaca de mimbre
que lloraba contigo
y el televisor viejo
que coloreaba tu cuarto
de luces de trágicos
amores venezolanos
quién no quiere
verte de nuevo
poblando el mundo
con tus cosas
la peineta navegando
la cama
el dulce de leche
y su primigenia olla
de cobre
el caramelo de azúcar
quemada
la voz de carlitos
llamándote yolí
como un trueno
entre los muebles
y sobre todo quién
no quiere yolí
que tu olor se quede
entre nosotros
que se quede tu olor
entre nosotros
un presentimiento
sutil incendio
de lavanda
quién no quiere
tus manos extendiendo
el pantalón gastado
de la vida
quién olvida
tu voz de sanfrancisco
anunciando la tarde
tu sombra y su colonia
de silencio siguiéndote
en la casa
quien puede olvidar
la hamaca de mimbre
que lloraba contigo
y el televisor viejo
que coloreaba tu cuarto
de luces de trágicos
amores venezolanos
quién no quiere
verte de nuevo
poblando el mundo
con tus cosas
la peineta navegando
la cama
el dulce de leche
y su primigenia olla
de cobre
el caramelo de azúcar
quemada
la voz de carlitos
llamándote yolí
como un trueno
entre los muebles
y sobre todo quién
no quiere yolí
que tu olor se quede
entre nosotros
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