cuando llega la hora del vino
el corcho desprende un volcán
de sirenas, de voces vaporosas
que hunden el navío homérico
y ellas todavía rondan la casa
todavía el atareo humano
mueve las mareas domésticas
presiento que voy a hundirme
en el más intenso naufragio
hasta llenarme de peces
de corales y cortinas
y ellas nadan en busca de las cosas
que ascienden, el velador, la mesa,
el largo camisón de agua viva.
martes, 10 de agosto de 2010
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