lunes, 21 de diciembre de 2009

Tu no comienzas ni denominas
la medida del aire, al contrario
y extrañamente, emerges en este
reino blanco tan salvaje y oscuro
como una mirada animal.
Y donde vemos el mundo tu andas
descalza y sin fronteras, mostrándote
feliz de no ser nadie más que una
cosa pasajera, invisible a Dios
y a quien quiera que finalmente
se arrodille ante los santos.
Tu simplemente naces como nace
una flor o un relámpago, y ni siquiera
eso, te muestras aún más terrena
y corriente, tanto que es difícil llamarte
sin que caiga una estrella.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Se hizo tarde en la frente de la niña
Y aún así había tiempo para arrancar
manzanas de sus labios, porque el amor
no es sino venganza de lo indecible
O el extraño que espera en su muerte
una tierna caricia del peligro, un ángel
que caiga herido en sus rodillas
¿Dónde se han ido todos?
¿Dónde mi niña?
¿Dónde la tarde y su página de arena?
Pero si sientes anhelos canta, extiende
las alas de tu voz en el espacio solitario
di tu palabra íntima imagen de nada
aunque a veces te imagine el fuego
aunque a veces se haga tarde
y se vaya la poesía toda al silencio
Ahora me pregunto
¿Cuando?
Y tus labios me contestan como distantes
países de agua: Nunca.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Moneda

Gira en el aire:
identidad / sacrificio.

¿Qué prefieres?
Que caiga en tu palma
mi signo.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Presencia

Aquí conmigo
anida el horizonte.

Allá, más allá
es sólo música.

Aquí una estrella
me habla al oído.

viernes, 20 de noviembre de 2009

si pudiera

Si pudiera acostarme en lo que escribo
a dormir sin sueños,
si pudiera dejar en blanco la poesía.

Buenos modales

En nombre del desprecio
suelto una golondrina
en tu pelo.

Santa reniegas azures,
bella alegría animal.

Quien regrese a tu cama
te verá blanca y sin barco.

jueves, 19 de noviembre de 2009

ELLA IN ROME



Movimiento de mar

Fuego en trance 

Voces que aman 

la arena en los pies.

Y a veces cae una gota

de café, un ángel negro,

Y a veces máscaras

bailando sobre el piano


Bajo tu abrigo de madre 

se esconden los puentes 

de Nueva York, está nevando 

y debes llegar con el maíz

a tu casa.

"Ese trueno sonó como Louis".

Te ríes sola en una calle

que de pronto no conoces.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

¿Por qué?

Cuando me hables de vuelos oscuros,

o hayas dejado una alondra en mis pies,

a cierta distancia del fuego, me dirás

riendo; “Los pájaros ya no existen”.

 

Yo haré un sitio en la orilla

del signo, una casita frente al mar,

te daré una lengua silvestre

para que todos los pájaros

circulen en ti con libertad.

sábado, 7 de noviembre de 2009

A cada lirio concedes
El fuego,
Haces nacer un árbol
en la arena nocturna,
Diciendo,
Pronunciando
En el agua primera
De tu vientre,
La neblina que inspira
pájaros al canto.

Abres tu boca,
Dejas volar el viento
al cielo de cada cosa,
Arde en tus labios
la tempestad del mito,
Sh, silencio,
Dice el fantasma
Que habita el hombre,
Concedes a cada sombra
un fondo de mar.

Pero a todo esto quien dice
quien sos.

jueves, 22 de octubre de 2009

Tomé de tí un puñado de incendios

En la noche alejandrina,

Y tú que me diste la espalda

Tu lomo de arena sin límite,

Y yo que en la sombra del pájaro

Crucé tus páramos dorsales.

Tomé de tí un racimo de temblores

En el sur de cada beso,

Y tu que me alzabas los hombros

Florecías hacia dentro,

Tomé de tí el amor, la carne

Al sur de cada verbo,

El agua de un cántaro inicial,

Tomé de tí cuanto estaba perdido.

 

jueves, 1 de octubre de 2009

I


Sí: Tu niñez, ya fábula de fuentes”

Jorge Guillen


Recuerda donde estuviste, siempre,

Tu lugar sin mundo

Un cielo, un cielo

De muslos fatales

Abriéndose a la luz.

Trae contigo

Tu hogar de placenta

Lírica,

Y tu niñez, amor,

Y tu niñez.

No olvides

Tus gemidos

De astro en fuga,

Los incendios

de tu idioma sin

lengua,

las ansias de luz

en las circulaciones

subterráneas. 


Trae en

tus labios de manzano

desvestido,

la voz debida

al silencio

y los relámpagos

en flor.

II


Si tejieras puentes y torres y bóvedas

en el más allá de las postales,

retorno de la palabra perdida en el mundo,

y tejieras almendros páramos sin orillas...

Anduvieras corriendo deshojando

siglos en el aire,

recogiendo distancias

mares que esconden los caracoles:

Medida del escenario,

inicial, primario,

que escogiste.


Llevaras a enero

en tus manos herido

de calendarios,

para curarlo y devolverle al cielo.

Tejieras un tiempo sin números,

un puente sin metafísicas y almendros

en flor,

donde él supiera quererte

y vos,

palabra libre de mundo,

te dieras con ternura.

Pulsaras dulcemente el cuerpo

tenso de Antonio,

nombre sin puentes ni torres ni bóvedas,

hicieras vibrar la música

en el más allá de cada cosa.


Es como si llegaras de un lugar oscuro

y dijeras:

"no había claridad

y los almendros estaban en flor".

DHGTWEIYURTGWIE

No había gestos,

ni ritos,

ni fuegos,

ni ríos,

ni relámpagos.

Despertamos primero

nosotros,

anteriores

a todo,

todavía oscuras

las ventanas

y en silencio.

Sin espaldas

despertamos,

más temprano

que el pasado,

sin tinieblas,

precedimos

las voces

que hicieron

la luz,

que dieron

a cada cosa

el nombre.

Sin mundo,

ni sombra,

ni silencio,

más antiguos

que el asombro

y la plegaria,

antes de la guerra

y la sangre,

sin salir

del sueño

despertamos.

No había horizonte,

ni soles

remontando

el cielo,

ni multitudes

ni soledad

ni vacío.

Despertamos

en nosotros,

cada uno

un despertar

del otro,

antes que vos

y yo.

))()()())()()((


Ella es joven y linda pero tú

te adelfas el traje de calandrias,

y ya casi nadie... pero tú

abusas del maquillaje y

tu perfume bullicioso

todo eso

que para ella es de yegua.

Sumado tu andar,

el raro placer que te provoca

andar descalza

cascabelante entre los hombres.

La manera en que alojas

una flor entre

tus rulos

y como hablas

meneando la gramática

de nada importante,

de tus amores,

de como eres romántica,

de alguna canción.

Todo eso que es de yegua

o de perra o cualquier otro

animal que se queme

en su lengua,

sumadas las ortigas

que recoges en la cintura

y como habitas, sin dolor,

en los espejos.


martes, 14 de julio de 2009

A cuerpo gentil


a J.A.Rauskin


No me agrada la expresión a pata suelta.

Así de sencillo. Durmieron a cuerpo gentil.

Pero sentimos en algún momento la necesidad

de aclarar la época en que nos acostábamos.

Esa palabra que ya no hablamos y recuerda

como nos juntamos en una casa del barrio

a ver la televisión que acababa de llegar.

Bien atrás en el calendario, cuando por desgracia

nuestras madres asociaban algún santo a nuestro

destino y era habitual un te amo o que los señoritos

caminen de la mano.

De por ahí en ese entonces a pata suelta

era el aire claro de la ventana o un perro

durmiendo bajo la sombra,

y en que momento se llena de polvo,

duele decirlo,

duele el idioma de nuestros nenes,

avispados, lúcidos, crueles.

Y durmieron a pata suelta

tan dulcemente siempre,

creyendo de los boleros nuestras verdades,

sin pensar que acabaríamos siendo tristes,

que acabaríamos exhibiendo nuestros oxfords

para la admiración de quienes vinieron

a reemplazarnos.

No creas que me molesta,

es más, no me extrañaría

que en algún café de la ciudad

un joven poeta encierre en círculo

las evidencias de que estoy viejo.

Digo a pata suelta porque así quiero

decirlo, no quiero faltar al tiempo,

vos acordate de los días de visita,

acordate de la tomasita terrible que se escurría

entre nosotros,

que el joven poeta diga que ya no existo,

vos seguí durmiendo como antes dormíamos,

a cuerpo gentil o a pata suelta.



Desciende la inmensa sombra sobre el campo
Virgilio

Nosotros iremos, Melibeo, 
marchar también, marchar. 
Ya no te veré desde lejos. 
Tu vida, otra palabra, se deslizó
sin detenerse en lo pasajero. 
Tú mismo has precipitado a los jabalíes, 
has despertado el aliento repugnante
de quienes hacen existir la muerte. 

Ya no te veré hermoso
bajo los amargos sauces 
cantar tus rústicos aires. 
Marchar también, marchar, 
una sombra ahora es dueña
de nuestra casa. 

Darte el placer de ser ella, 
esa madre que siente en sus espaldas
el abandono del hijo. 
Ya hemos crecido, con el amor
como una piedra, 
y no te veré Melibeo 
cantar tus rústicos aires.

Nde resa kuarahy´ãme

Esta ha sido la vida,

Vaga memoria en la distancia,

En la vereda el olvido,

Saludos ancestrales del vecino y adioooos,

Adioooos Don Carlos,

Adioses largos de las tardes,

Siempre los mismos y en cambio

Nos quedamos, cada uno en su sitio,

Cada uno un largo lento oscurecer,

Recordando,

Mirando la vida quedando atrás,

Fotografías de cuando éramos alguien,

Algo,

Más que la sombra que somos,

El soldado en blanco y negro,

La humedad dorada de los años,

Bordes encrespados,

El uniforme perfecto,

La inscripción al dorso en cursiva,

Concepción 1930…

Ese cuerpo era mío,

Ágil, elástico, bello,

Mis ojos eran otros,

Arrogantes, fatales,

Entonces yo era eterno,

Yo era yo y el mundo el mundo,

Algo inaccesible fuera de mí,

Ahora no soy sino el mundo,

El cosmos que espera

Confundirse conmigo,

Ahora seré nada,

Fantasma sentado en la vereda

Frente a mi casa,

Donde anidaron personas extrañas

Personas que ya no veré

¿Quién es este joven sentado junto a mí?

¿Quién esta mi hija que dice ser su mamá?

¿Quiénes son?

¿Quiénes somos?

¡Abuelo! ¡Abuelo Carlos!

Traen noticias de Asunción,

Quieren mi voz ronca,

Mi olor que es olor a tiempo,

A casa cerrada,

A mueble velado,

Mi vida que es enseñanza,

Sabiduría,

Recuento de heroísmos entre mate

Y escupitajos,

No recuerdan el hombre que fui,

Recuerdan al abuelo, sus adioses largos,

Su figura estoica en la silla en la vereda,

Sus luchas con jaguaretés en el Alto Paraná,

A cuchillazo limpio,

Le mostré mis dientes digo y se asustan

Los chicos, los grandes, sin asombro

Se entristecen,

Se ven en el anciano que soy,

el triste anciano que lucha con tigres,

Las garrapatas gigantes de Salinares,

Los murciélagos del Chaco preñados

Con mi sangre,

Las maderas de Puerto Casado de Puerto Pinasco,

Los veranos del Uruguay,

La bala de fusil en la pierna,

La renguera del guerrero que regresa,

La frente alta,

Saben de mí cuanto quieren saber de ellos,

Vidas que no tuve,

Otras vidas,

Barcos,

Guerras,

Amores,

Idilios,

El abuelo en su jeep cantando canciones

Jocosas, murmurando el mar,

Esta ha sido la vida,

Vaga memoria en la distancia,

Fábulas,

Literaturas,

Olvidos,

Sangre de roble

Don Carlos,

Sangre de roble

El abuelo,

Espejo que envejece,

Foto eterna de soldado paraguayo,

Olvido,

La vida ha sido el olvido,

Este viejo que olvida todo,

Que no olvida a su Yolí,

Perfume de lavanda Yolí,

Voz dulce femenina del mundo Yolí,

Primero ella se ha ido,

Primero ella fue el vacío que somos

En el fondo,

Y de mí queda esta sombra,

Terca,

Caprichosa,

Adioooos, adioooos Don Carlos,

Se despiden, me despido,

Nos quedamos,

Pasan los días,

Entra el sol,

Entramos a la casa con la silla al hombro,

Última carga que ha puesto el mundo

En mis espaldas,

¿Cómo es allá Yolí?

¿Hace frío?

¿Hay que llevar tricota y sombrero?

¿Cómo es la cara de Dios?

El sol cayendo, el cielo

Rojo naranja amarillo azul,

Carlitos en su silla,

La voz de Yolí llamando,

Entrá ya Carlitos,

Es tarde,

Te vas a engripar,

Silla al hombro Don Carlos regresa

A la casa,

La vida quedando atrás,

La inmensidad por delante,

Grillos, estrellas, noche,

nde resa kuarahy´ãme

Ajepa iporaite ñande avañe’e Yolí,

La voz del poeta Teodoro

Al final de la tarde,

nde resa kuarahy´ãme,

nde resa kuarahy´ãme

aguahë apyty´umi...

Maternidad


En un pindó y en otro

ató el guerrero indio

la medialuna de su hamaca,

dejó en la tierra el arco

y meciéndose hizo la noche.


Donde las aguas del sueño

se pliegan y repliegan sobre la arena

de los siglos,

donde se unen y desunen

el pájaro y el canto,

tomó asiento el silencio

que dio a luz al árbol,

al relámpago y al hombre.


Tus brazos, la medialuna de tus brazos,

mece tibiamente al indio

que en el arco dejó la sangre,

en la tierra los arroyos

y en el pájaro el canto

tan lejano de luz.


Se duerme en tu abrazo de medialuna,

se mece tibiamente hasta quedar confundidos

el tiempo en el agua,

el canto en el pájaro,

la sangre en la tierra.



Disueltos en el viento

vuelven los siglos a tus brazos de medialuna,

donde se unen y desunen

el pájaro y el canto,

donde tomando asiento 

el silencio dio a luz al árbol,

al relámpago y al hombre.



martes, 23 de junio de 2009

Los vinilos de Jorge Negrete


Te conté alguna vez de las canciones 

de jorge negrete, 

de como llovía amargamente en los vinilos

de tío roberto. 

Creo que sí, muchas veces. 

La aguja caía, 

y del roce

salía una música 

de hombres de bigotes 

morenos, 

voces de aguardiente

que se alargan 

y tiemblan. 

Hombres que aman 

y beben y pasan 

el tiempo en las cantinas

cantando que están solos

y son hombres. 


Siempre las mismas historias, 

como si nada más me hubiera pasado 

y me quedara volver 

a decirlas, 

por decir algo,

por no callarme...

los vinilos de tío roberto, 

jorge negrete, 

la aguja rascando el disco

y nosotros, 

un nene y su tío

sentados al borde 

de la cama.


Tengo estos recuerdos. 

Los que me deja  

el olvido quien sabe por qué. 

Y que me queda sino acudir, 

estar en ellos, 

tratar de alguna manera de juntarlos

y de hacer de todos 

mi imagen por más vaga que sea. 

Por eso te cuento un millón de 

veces 

sobre los discos de jorge negrete  

en la pieza de tío roberto. 

el nene sentado junto 

al tío frente 

a la radio.


Simplemente sale de mi boca, 

cómo un impulso o un síndrome

que todavía no tiene nombre,

la historia del tío y el vinilo de negrete.

Comienzo:

concepción, 

las siestas, 

mi abuelo matando hormigas en 

la vereda, 

los bodoques que cocinamos bajo 

el sol para cazar pajaritos, 

las guitarras marcando el vals,

las primeras trompetas.

Te llevo por milésima vez

a una esquina del cuarto, 

donde nos ves a mí 

y a tío roberto 

escuchando los vinilos.


No soy la suma de estos recuerdos, 

soy cada uno de ellos separadamente, 

soy el que te voy contando en el momento,

en el auto, en la cama, en el patio de atrás, 

no tengo nada más que decirte de mí 

que el nené que escucha música 

con su tío en un pequeño cuarto 

en concepción, 

y hace cuanto ya de eso. 

Espero no aburrirte demasiado, 

puedo contarte lo mismo, 

nada más...

La aguja caía, 

y del roce

salía una música 

de hombres con bigotes, 

voces de aguardiente

que se alargan 

y tiemblan. 

Hombres que aman 

y beben y pasan 

el tiempo en las cantinas

cantando que son solos

y son hombres.